En colección privada de Madrid se conserva un retrato post mortem del conocido, en su momento, como fray Simón de Rojas (101 x 121 cm); fundador de la Congregación de los Esclavos del Dulcísimo Nombre de María, nació en Valladolid el 28 de octubre de 1552 y falleció en la Villa y Corte el 29 de septiembre de 1624, siendo canonizado por San Juan Pablo II el 3 de julio de 1988.
En 1619, fue nombrado preceptor de los Infantes de España; en 1621, confesor de la reina Isabel de Borbón, primera esposa de Felipe IV. Su funeral y las exequias correspondientes fueron seguidos por la Corte durante dos semanas, debido a la gran popularidad que alcanzó en toda la ciudad.
La pintura, de una extraordinaria calidad, ha sido atribuida a Vicente Carducho, a Velázquez… (Pérez Sánchez, A.E., “Novedades Velazqueñas”, Archivo Español de Arte, LXXII, 288, Oct-Dic 1999, pp. 377-80). A este último volveremos más adelante.
En estas páginas nos situamos del lado de quienes lo consideran obra de Juan Van der Hamen quien realizó otro retrato mortuorio en esas fechas (h. 1623), el de la duquesa de Villahermosa, (Jordan, W.B., Juan van der Hamen y León y la Corte de Madrid, Exposición 2006, Palacio Real, pp. 129-131).
La técnica se encuentra muy próxima a obras como Adoración del Cordero apocalíptico (Convento de la Encarnación, Madrid), donde el juego de luces y sombras y la rotundidad del modelado convierten al artista en un pintor de grandísima calidad.
Sería muy interesante estudiar la más que posible intervención del Conde-Duque de Olivares en el encargo del retrato. De hecho, existe un cuadro anónimo, Exhumación de los restos de San Simón de Rojas (antigua Colección del Marqués de Remisa), donde aparecen Felipe IV y el todopoderoso valido rodeando los restos, acompañados de otros señores.
En 1626, Cassiano del Pozzo, el gran erudito italiano, mecenas y amigo de artistas como Nicolás Poussin, Simon Vouet, Alessandro Algardi, Artemisa Gentileschi, Bernini o Pietro da Cortona se hizo eco de un retrato del Conde-Duque de Olivares realizado por Juan Velázquez, hermano de Diego, el cual no complació al valido y como Van der Hamen lo hizo satisfactoriamente (Doval Trueba, M.M., “Juan, el hermano pintor de Velázquez”, Tendencias del Mercado del Arte, Abril, 2015, nº 82, pp. 72-73). ¿Podríamos encontrarnos ante un encargo directo del propio Olivares?
Complicando un poco el estado de la cuestión, los restos del futuro santo se alojaron en la antigua parroquia de la Santa Cruz. Justo detrás de la urna y encima del basamento del altar, se encontraba una de las grandes obras de Claudio Coello, Triunfo de la Santa Cruz, desparecida. A esa parroquia perteneció Velázquez desde que llegara a Madrid en 1623 hasta que en 1652 se trasladara a la Casa del Tesoro, al lado del Alcázar. En esa parroquia fueron bautizados seis hijos de Martínez del Mazo, nietos de Velázquez y el mayor, Gaspar, contrajo matrimonio y bautizó a sus hijos allí mismo (López Navío, J., “Matrimonio de Juan Bautista Martínez del Mazo con la hija de Velázquez”, Archivo Español de Arte, 1960).
¿Aparecerán documentos que permitan constatar la autoría?
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