Tras meses de cierre por pandemia, el Museo del Prado reabrió sus puertas el 6 de junio. Siguiendo los protocolos sanitarios, Miguel Falomir, Leticia Ruiz, Alejandro Vergara y Javier Portús han reorganizado el Salón Central de la pinacoteca española para mostrar una selección -190 piezas- de lo que cuelga en sus paredes, todo obras maestras, difícilmente seleccionables.
Para ello, se han inspirado en la antigua disposición del Salón Central según la cual, siguiendo la de los salones de los palacios españoles, los muros quedaban completamente cubiertos de pinturas, produciendo una sensación cromatística envolvente y apabullante dada la calidad de las piezas allí reunidas. En esta ocasión, se han limitado a ponerlos en una única fila dejando el resto del muro vacío. Hay cuadros que, por sus reducidas dimensiones, piden a gritos un acompañamiento, no esa soledad en la cual se ven inmersos en un espacio tan grande, véase por ejemplo, “La Anunciación” de Fra Angélico.
El pretendido diálogo entre cuadros se debería aplicar en determinadas circunstancias, no siempre. En ocasiones, se rompe el goce cromático que supone esta disposición. A modo de ejemplo, el recorrido del ojo por la pintura flamenca queda roto al llegar al “Saturno” de las Pinturas Negras de Goya. Este cuadro cuelga al lado del que pintara Rubens. Tal vez, hubiera sido más interesante, en aras de la conservación de este supuesto diálogo, situarlos a los dos aislados en otro espacio, permitiendo, de esta manera, que el espectador se deleitara en esa maravilla de obras realizadas por los pintores del Norte de Europa para los reyes de España.
Por último, los retratos ecuestres de Felipe III y Margarita de Austria, en los cuales se ve la mano de Velázquez, han sido apartados de sus lugares junto a los de Felipe IV e Isabel de Borbón. Estos cuatro cuadros han permanecido unidos siempre, el Coronavirus ha conseguido algo con lo cual no pudieron siglos de Historia.
De cualquier modo, las modas decorativas pasarán, y, afortunadamente, seguirán esas obras maestras para gozo y deleite de la Humanidad entera.